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Con la llegada de Rupert Murdoch en la década de los setenta, la cobertura de la prensa sobre la realeza se hizo más invasiva e implacable. La demanda de Enrique contra el periódico The Sun, propiedad de Murdoch, alega que su teléfono celular fue intervenido. Por su parte, Meghan ganó hace poco un juicio contra The Mail on Sunday por publicar sin autorización una carta privada que había enviado a su padre, Thomas Markle, de quien está distanciada.
La entrevista de la pareja causó una baja importante en los medios de comunicación el martes, cuando Piers Morgan, el copresentador de “Good Morning Britain” en ITV News, renunció de manera abrupta. Morgan, un estridente crítico de la pareja, dijo que “no se creyó ni una palabra” de la entrevista, incluso la confesión de Meghan de haber pensado suicidarse, lo que provocó más de 41.000 quejas al regulador de comunicaciones británico.
“La monarquía no puede sobrevivir sin los medios, pero ¿cómo manejan esos medios?”, dijo Edward Owens, historiador y autor de The Family Firm. Monarchy, Mass Media and the British Public, 1932-53.
Harry y Meghan, dijo Owens, son los últimos de una larga lista de miembros de la realeza cuya angustia personal ha sido descrita como el costo de cumplir con su deber real. Ese sacrificio, dijo, era una parte inevitable de lo que Jorge VI quería decir sobre ser parte de la firma. Y sirvió como una justificación para el público de las ventajas del trabajo.
“La firma sugiere que los lazos familiares quedan en segundo plano”, dijo Owens. “El deber y los negocios de la familia real son lo primero”.
Mark Landler es el jefe de la oficina del New York Times en Londres. Durante sus 27 años en el diario ha sido jefe de las oficinas en Hong Kong y Frankfurt, corresponsal de la Casa Blanca, corresponsal diplomático, corresponsal económico europeo y reportero de negocios en Nueva York. @MarkLandler
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